Año nuevo, pandemia vieja. Quinta sesión de LÓVA +. Seguimos viéndonos a través de la pantalla para contagiarnos… de ánimo, de ilusión y de recuerdos.
Es mágico eso de entrar en un salón, sin salir de tu casa, y encontrarte con caras que hacía días o años que no veías, sin mascarilla y sin peligro, ¡guau!.
Hoy queríamos contarnos muchas cosas, como cuando dos amigos se reencuentran después de años sin verse o como cuando dos amigas se ven después de horas sin hablarse.
Como en una película han pasado ante nosotros decenas de recuerdos, la punta de ese iceberg de ya más de 400 óperas que flota en el mar de la memoria LÓVA.
Esa niña de 5 años, RR.PP de la compañía, indignada porque un adulto le ha colgado el teléfono, sin tomarla en serio o esa Directora de producción de 7 años que llama al Coordinador de LÓVA, Pedro Sarmiento, porque en su cole han entrado los ladrones y les han robado el dinero de la Compañía.
Esos niños inquietos que parece que no se enteran pero que un día dicen “¡Basta!” y lo dan todo en el grupo o se despiden del cole diciendo: “LÓVA no lo voy a olvidar en mi vida” o “Lo echamos de menos en el instituto”, o te preguntan al marcharse: “Maestra ¿qué tengo que estudiar si algún día quiero ser electricista?” o acuden inmediatamente siempre que se les invita para convencer a los profesores de que tienen que hacer el proyecto en su clase o dibujan a sus 5 añitos, con todo lujo de detalles, todos los pormenores de la compañia y nos demuestran que “los que parece que no se enteran también se enteran”.
“Felicidad, no tengo más que decir”. Es la respuesta de un niño tímido cuando le preguntan qué le ha dado LÓVA.
Pablo y Mabel nos traen a esos adolescentes inseguros y peleones que aprenden a respetarse y reconocerse iguales en la diferencia.
No nos olvidamos de los momentos de incertidumbre o de caos aparente del que los propios alumnos aprenden a salir cuando se confía en ellos. Ejemplo nos traen Mar y Débora tanto de alumnos de Educación Infantil como de Adultos con discapacidad.
Compañías que regalan camisetas a los recién llegados, esa niña que confecciona pulseras para todo el grupo, esa clase que cambia LÓVA por LÓVU porque para ellos La Ópera es un Vehículo de Unión, o esa Compañía que no descansa hasta encontrar un centro donde representar su obra sin barreras arquitectónicas para que pueda acceder el padre de una compañera en silla de ruedas.
Ni la pandemia es capaz de anular el espíritu de grupo que se ha creado en las compañías para sorpresa y emoción de sus profesores.
Es curioso observar, para quienes conocemos la cantidad de trabajo y momentos complicados que se viven a lo largo del proyecto, de los que la historia de Olelé es una buena metáfora, que todas las penalidades se olvidan cuando se recuerdan esas caras de satisfaccion tras la representación de la ópera o esas lágrimas de desahogo emocional cuando se cuentan cosas íntimas.
Todo indica que no nos estamos equivocando mientras sigamos siendo para nuestros alumnos y alumnas, como le decía una niña a Natalia, “hacedores de recuerdos”.
Todavía nos sorprende encontrarnos de buenas a primeras con una niña que dice entusiasmada: “Yo hice LÓVA en mi cole”. Trabajamos para que lo raro sea encontrar un niño que diga: “Pues yo todavía no he hecho LÓVA en el mío”
A todas se nos quedan en el tintero cientos de recuerdos que darán para llenar muchas páginas.
Por fin, no podía faltar… un reto. Nos buscamos por las salas y nos agrupamos los nacidos en primavera, verano, otoño o invierno, ordenados por fecha de nacimiento. Lo conseguimos con relativa facilidad. Interesante probarlo con nuestra clase y más aún si se hace sin hablar ni escribir, solo por señas. Ya nos contaréis el resultado.
Y para terminar… una tarea que os explicaremos pronto con todo detalle.
¡LUKA-LUKA!